Psicología Económica y Educación Financiera

Como hemos expresado en otras entradas, la psicología económica es una disciplina que, basada en investigaciones y teorías psicológicas, divulgan, enseñan y aplican, mayoritariamente, economistas y profesionales de otras disciplinas.

Etimológicamente, el vocablo “economía” tiene su origen en el griego y significa “administración de una casa o familia”. También se puede definir la economía como una ciencia social que estudia la forma de optimizar la administración de los recursos disponibles (escasos y limitados) para satisfacer los deseos y las necesidades humanas (prácticamente ilimitadas).

Así, la economía conductual o psicología económica, sería el estudio de cómo los factores psicológicos, sociales o cognitivos afectan las decisiones económicas de los individuos, los grupos y las organizaciones. El ámbito de la psicología económica sería el de aplicación de la psicología a la conducta económica, en las áreas de intersección entre la economía, la psicología, la psicología social y otras ciencias como la sociología.

Además de otros conceptos importantes que diferencian a esta interdisciplina de concepciones clásicas, la psicología económica actual se basa en tres pilares fundamentales: Heurísticos, sesgos y nudges o empujones.

Los heurísticos constituyen reglas y estrategias intuitivas que se aplican, de forma deliberada o no, para producir una estimación o una predicción. Generalmente se usan porque no disponemos de toda la información y aunque la tuviésemos, carecemos de la capacidad y el tiempo necesarios para procesarla.

Tversky y Kahneman iniciaron y desarrollaron un conjunto de investigaciones que sustenta la conceptualización de los tres tipos básicos de heurísticos: representatividad, accesibilidad y anclaje y ajuste.

Esta estrategia heurística, natural, rápida y económica en términos de esfuerzo y recursos cognitivos, pueden dar lugar a distintos errores sistemáticos también denominados sesgos o falacias, característicos de cada uno de ellos.

Una forma gráfica de explicar los sesgos es imaginando una diana y unos dardos. Si efectuamos 8 tiradas y las 8 impactan en la diana, lejos del centro, pero de forma agrupada, estamos bajo los efectos de un sesgo. Si los 8 impactos se dispersan por toda la diana, no estamos bajo los efectos de un sesgo. Son errores, igual que antes, pero al no ser sistemáticos no se pueden considerar sesgos.

Para cambiar, adecuar y mejorar el comportamiento humano, éste puede orientarse en la dirección correcta mediante los denominados “empujones”. La teoría del empujón propone formas de influir en las elecciones y comportamientos de las personas a través de cambios sutiles en el entorno en el que se toman las decisiones.

Pero no todas las intervenciones son nudges. Para diferenciar intervenciones tipo nudge de otras medidas, se debe identificar el sesgo cognitivo al que la intervención hace referencia.

Una de las áreas en las que la psicología económica está adquiriendo un mayor protagonismo es en el área económica y financiera. La gran mayoría de las decisiones que tomamos están relacionadas con nuestro papel de consumidor, ahorrador, inversor, contribuyente, empleado, empleador, etc.

Actualmente hay multitud de publicaciones orientadas a divulgar la conveniencia de una adecuada educación financiera, lo que, sin duda, resulta muy interesante y conveniente.

No obstante, además, es importante que, siempre que sea posible, contemplemos, para tomar mejores decisiones económicas, al menos los siguientes pasos:

1.Conocimiento propio de nuestro perfil de consumidor, ahorrador e inversor.

2.Formación y educación adecuada en Economía y en Finanzas.

3.Conocimiento de los procesos psicológicos y sesgos que intervienen en el proceso de toma de decisiones.

4.Racionalización del proceso de consumo, ahorro o inversión gestionando adecuadamente el aspecto emocional.

5.Contar con los conocimientos y la experiencia de profesionales.

Es decir, necesitamos conocernos, tener formación económica y financiera, gestionar convenientemente nuestras propias emociones y recurrir y confiar en profesionales que puedan ayudarnos realmente en muchas de las decisiones, sobre todo, cuando éstas presentan un elevado grado de complejidad y/o envergadura.

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