La Psicología Económica a través de los libros I

A partir de esta semana vamos a iniciar un ciclo de publicaciones asociadas a uno de los diez libros que, gracias a las donaciones de las respectivas editoriales, hemos podido entregar de forma gratuita a los asistentes presenciales a la Jornada de Psicología y Economía que se ha celebrado en el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid con la participación de destacados profesionales de la Psicología Económica, psicólogos, economistas, sociólogos, ingenieros, etc.

Extraer un par de párrafos de cada libro, presentárselo a los asistentes y recabar su respuesta a la pregunta: ¿A cuál de los 10 títulos corresponden estos párrafos?, nos permitió establecer un juego que, al mismo tiempo, además de premiar, el conocimiento de dichos libros y el emparejamiento correcto, con un ejemplar, nos ayudó a «construir» una variada definición de Psicología Económica.

Los primeros textos que se presentaron, asociados a la letra A fueron los siguientes.

¿Qué es la economía conductual?

La economía conductual se podría definir como la intersección entre la economía y la psicología (aunque también bebe de la sociología y la antropología), la cual aprovecha los conocimientos y los métodos experimentales de esta intersección para estudiar profundamente las decisiones económicas de las personas y -en última instancia- intentar influir en ellas.

Una definición menos formal de la economía conductual es describir esta disciplina como una nueva manera de entender cómo los seres humanos tomamos decisiones.

Es una herramienta que permite conocer mejor a las personas, entendiendo profundamente como los sesgos, procesos cognitivos y relación con el entorno, moldean las decisiones y preferencias. Sobre este conocimiento se puede articular una gran variedad de intervenciones con la capacidad de ayudar a las personas en su toma de decisiones.

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Los heurísticos o atajos mentales  

Existen muchos procedimientos mentales intuitivos que ejecutamos para llevar a cabo nuestras actividades diarias. Sin ellos nos quedaríamos prácticamente congelados ante infinidad de decisiones al no contar con un conjunto de información suficiente y fiable con la que poder decidir este tipo de procedimiento. Ocurre también cuando tenemos mucha información desestructurada pero no contamos con un procedimiento formal. No podemos, cada vez que tomamos una decisión, intentar expresarla formalmente y agregar todos los datos con el fin de tener una expresión probabilística con errores residuales. Simplemente, no tenemos el tiempo ni las herramientas estadísticas para ello.

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En la próxima entrada presentaremos la solución y expondremos los textos que se seleccionaron del segundo libro.

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